Sentía una fina linea de gotas de sudor en recorrerle la espalda, haciendole cosquillas justo antes de llegar a la rabadilla, pero no se daba cuenta. Lo único que sentía era su polla dura y enrojecida penetrar una y otra vez en aquel coño moreno y cubierto de vello.
Oia sus propios jadeos amortiguados, lejanos, al igual que los de ella. Lo único que importaba era que estaba a punto de innundarle el coño de leche caliente y recien ordeñada. ¡Dios, cuanto lo deseaba! Movió las caderas con más rapidez hasta que el sonido de los cuerpos chocando, como el sonido de una fuerte palmada, ahogó aun mas los gemidos.
- ¿¿¿TE GUSTA??? -gritó entre jadeos- TE GUSTA QUE TE FOLLE DURO ¿¿¿VERDAD???
- ¡¡¡SI, SI!!! ¡¡ME GUSTA!! -le respondió ella a gritos- ¡¡DAME MáS!! -gimió.
Nico rió en voz alta y aferró sus caderas para clavarsela bien. Le encantaba follar como un animal salvaje. Esta era su parte favorita, lo demás solo eran un medio para conseguir un fin, este. Miró su polla dura entrar y salir de los pliegues de aquel chocho. La veía borrosa por la rapidez con la que entraba y salía. Sintió sus testículos apretarse con fuerza y el primer chorro de semen salió disparado de su polla.
Gritó y se clavó hondo.
Acompañó cada lefada con un empuje profundo. Sujetó ese trasero mientras el semen salía a borbotones y empezaba a filtrase al exterior. Rió y gimió al liberarse por completo. Se recreo en el placer y desconectó de lo demás, se quedó ahi unos instantes hasta que se permitió abrir los ojos.
Ella, la cual no recordaba ni como se llamaba, se movía aun contra él. Sin pensarlo si quiera alargó la mano buscando el clitoris mientras sentía una gota de semen bajar por sus testiculos. Lo encontró hinchado y mojado y empezó a mover los dedos en él. Clavó su polla lentamente en la cienga innundada de semen que era el coño de la chica y la masturbó con fuerza hasta que llegó al orgasmo.
No podía darle menos despues del polvo que le había echado. Ella colapsó entre gemidos y gritos sobre la cama y su pene, ya flacido, salió de su interior sin esperarlo. La lefa manchó las sábanas de franela y el interior de los muslos de la mujer. Nico se quedó de rodillas contemplandosu obra, pleno de felicidad.
Sonrió... Su polla aun chorreaba... la abstinencia tenía su lado bueno y venía en forma líquida.